lunes, 18 de febrero de 2008

Alegrías

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Aunque pongan en tu puerta
Cañones de artillería,
Tengo que pasar por ella
Aunque me cueste la via.

Dos corazones a un tiempo
Se han puesto en balanza;
El uno pidiendo justicia,
El otro pidiendo venganza.

Si vas andando
Rosas y lirios
Vas derramando.
Al hablar del “Cante por Alegrías”, viene a nuestra mente el nombre de una de las más bonitas y flamencas ciudades de Andalucía: CADIZ. Su nombre es ya sinónimo de “alegría y gracia naturales”. Porque Cádiz es, para mí, la expresión más genuina del pueblo andaluz que, entre “alegrías y chirigotas”, manifiesta la más profunda sentencia filosófica. Pero, no obstante, en el “Cante por Alegrías”, no todo es alegría.

Como ya es natural en mí, procuraré ser lo más objetivo posible, aunque algún que otro flamencólogo tenga que rasgarse sus propias vestiduras. No importa, pero la verdad histórica sólo tiene un camino, y va siendo ya hora de dar al flamenco la categoría que tiene por su misma “realidad histórica, social y musical”, es decir, hay que bucear en su profundo y misterioso mar.

Hay quien afirma que las Alegrías son “un cante chico, un baile intermedio y un toque chico”. Esta era la opinión de D.E. Pohren en su libro “El arte del flamenco”, pág. 96 (Madrid,1970).Es importante recoger el pensamiento de don Antonio Machado y Álvarez “Demófilo”, quien en su “Colección de cantes flamencos”, pág. 12, nos dejó dicho que “...Al lado del hombre de sentimientos delicados que goza con la música triste de la seguidilla gitana o levemente melancólica de la soledad, el espíritu alegre, de ese infinito número de composiciones puramente andaluzas, conocidas con el nombre de “Juguetillos o Alegrías”; juguetillos capaces de resucitar a un muerto y de hacer tomar los palillos para bailar un fandango; alegrías muy a propósito de levantar el ánimo del profundo estado de tristeza en que sumergen un Polo o una seguidilla gitana bien cantadas”. Como puede observarse, Demófilo identifica Juguetillos con Alegrías. Esta idea la considero de suma importancia en relación al origen auténtico del “Cante por Alegrías”, ya que prestigiosos tratadistas del flamenco han afirmado que “...Las alegrías tuvieron su origen en las jotas aragonesas que se aflamencaron en Cadíz durante la Guerra de la Independencia (1808-1814),como nos confirman sus coplas con frecuentes alusiones a motivos aragoneses y patrióticos y su carácter musical que podemos apreciar en los estribillos más clásicos, llamados todavía “jotilla de Cádiz”,cfr. “Magna Antología del Cante Flamenco”, pág. 50 (Hispavox, Madrid 1982). Ahora bien, los escritores especializados en el tema de la jota afirman que la jota cantada no se inicia hasta el año 1840 y que la jota para bailar comienza a ser popular, es decir, a estar en la calle pública, a partir de 1828 en Zaragoza, y que tomó fuerza – como afirma Francisco del Río Moreno –cfr. Revista “Candil”,núm. 143,pág. 4961 – a raíz de los sitios de Zaragoza, o sea, después de estos sitios, lo que es lo mismo que decir después de finalizar la guerra.

Y si un “aficionado” preguntara, ¿desde cuándo se canta por Alegrías? Cierto flamencólogo ha respondido así: “Sospechamos que en un principio hacia 1808 comenzó a cantarse en Cádiz una especie de jota ligera y rítmica de donde con el tiempo derivó el cante por Alegría. La primitiva jota de Cádiz, flor de las guerras napoleónicas, debió ser de una modalidad de la jota aragonesa y, como tal, descendencia del fandango”. Otro estudioso del flamenco nos dirá que “El aflamencamiento de la jota de Cádiz se realizó a través del ritmo de la soleá. Pero como propiamente la soleá aparece alrededor de 1850 en Triana – consideran a La Andonda su creadora – es casi seguro que el proceso de aflamencamiento de la jota se inició a mediados del XIX, dando por resultado las actuales alegrías, que no deben ser anteriores a 1875”. Por consiguiente, la pregunta no puede ser otra que: ¿Cómo podía cantarse en Cádiz, en el año 1808, una jota que aún no era popular en la propia Zaragoza, su cuna? Es precisamente la apostilla que les hace mi amigo Paco del Río Moreno ( Rev. “Candil”, num.143), quien fundamenta sus argumentos en datos recogidos de la Enciclopedia de la Música donde se habla, por supuesto, de la jota, pero de la citada “Jota de Cádiz”, nada. Francisco del Río aporta asimismo, entre otros, los testimonios de Andrés Céster Zapata: “La Jota”, o los de Alfonso Zapater Cerdán: “Historia de la Jota Aragonesa”. Lógicamente, el flamencólogo gaditano nos dice “...Que algo se tendría que cantar en Cádiz si no era la jota”.Recurre al “Cancionero de la Guerra de la Independencia” (T.II de “Estudios de la Independencia”, 1966, de José Gella Iturriaga, el cual nos confirma que en Cádiz se cantaba y bailaba “Zorongo, Seguidillas boleras, Ole de Cádiz, Cachirulo, Fandangos, Romances, Tiranas, Tonadillas, Jaleo de Cádiz, Cachucha, etc. Pongamos, al menos, algunas letras:
Váyanse los franceses
En hora mala
Que Cádiz no se rinde
Ni sus murallas.

Con las bombas que tira
El farsante Soult
Se hacen las gaditanas
Toquillas de tul.

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